de vij

jueves, diciembre 20

Un cuento (corto)

Que se deje de joder, que la vida no era como él quería, que no era el centro del mundo, que deje de creerse el centro del mundo, el ombligo del mundo, le dijo, para ser exactos. En síntesis, le bajó un cambio. Y él, claro, lo necesitaba, la fama se le estaba subiendo a la cabeza -¿fama? Pero sis sólo había formado parte de un grupo de alrededor de 20 imbéciles metidos en una casa llena de cámaras. Importante se sentía por eso. Bueno, sí, un poco importante puede que sea ganar mucha plata usando estrategias para caerle bien a la gente y no ser echado de esa jaula, pero él se sentía más que eso. Más que cualquier ser humano normal. Él se sentía... Se sentía -ingenuamente- mejor que nunca, más feliz que nunca. Solo por ser reconocido en la calle al caminar cinco pasos.
Ella ya no lo soportaba, por eso hizo lo que hizo. E hizo bien en hacerlo, ya que él no le dio bola cuando ella le trato de hablar y explicarle lo mal que se sentía.
Él cayó en un pozo depresivo después de que ella lo dejase solo en su casa monoambiente. Él no entendía la soledad, lo más cerca que estuvo de ella fue ser elegido como el ganador de un programa idiota de televisión, y que saquen del juego a sus compañeros, pero ni siquiera en esa situación estuvo solo, ya que con sus contrincantes se fue el también, el juego habría terminado.

Él se suicidó.

1 comentario:

  1. La presencia dulce es tal vez la más difícil de ver, hasta que se convierte en ausencia.Ahí si que te abruma.




    :)

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